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Berlín, Septiembre 2021

oct 07, 2021

Hace poco leí un texto que decía algo así; «somos el resultado de los libros que leemos, los cafés que disfrutamos, los viajes que hacemos y de las personas que amamos». Pues en este post voy a hablar de todo ello, bien recogido y documentado en imágenes y con palabras.

En 2018 fue la última vez que cogí un avión y estaba emocionada por hacerlo de nuevo, pero es que este viaje era aún más emocionante porque era la primera vez que iba a salir de España después de aparecer el Sr. Covid.

Os empiezo adelantando que será de los recuerdos más bonitos que me llevaré conmigo, y ojalá al terminar este post os llevéis un poquito de mi felicidad con vosotras/os.💖

Día 1

Salida desde el aeropuerto de Alicante con sus largas colas. Ahora para viajar miran y remiran el certificado de vacunación y esto relentiza mucho todo, así que hay que ir con la batería de la paciencia bien cargada.
Para el camino me compré un libro el día de antes que me tiene bien enganchada. Iba paseando por la calle cuando una pequeña librería llamó mi atención. Levaba prisa pero entré. Nada más abrir la puerta mis ojos se clavaron en él. Le eché un vistazo y «Un café en el fin del mundo» de John Strelecky se vino conmigo.
Fuimos directos al apartamento que habíamos alquilado por 6 días.

Día 2

Me cogí mi mochila con la cámara y salí del apartamento paseando hasta la bonita zona de Rixdorf en el barrio Neukölln. 
Tras caminar unos dos kilómetros por un parque y pequeñas calles, llegué al sitio. Lo vi al otro lado del puente Admiralbrücke. Sabía que debía ser ese. Montones de girasoles se veían desde lejos. La emoción se apoderó de mí. Al llegar mis ojos se llenaron de lágrimas porque no solo había enormes girasoles, también había muchas clases diferentes de margaritas, y ambas eran las favoritas de mi amiga del alma. Era como si ella estuviera allí. No puedo describir la sensación, pero fue un momento realmente precioso.

Habíamos quedado para comer juntos y el tiempo se me echaba encima entre tanta foto y Rociada (que también las hubo🙃), así que cogí el metro (BVG tiene una aplicación maravillosa que detecta tu localización, pones el sitio al que quieres ir y te dice que trasporte público es el más cercano y rápido). A tan solo dos paradas me bajé en «U Karl-Marx-Str» y nada más salir vi al fondo de una calle una casa de planta baja, ¡había llegado!.
Dar una vuelta por esta manzana es un verdadero regalo para los sentidos. El sitio es realmente precioso. Por algunas calles solo se escuchan los pájaros cantar. Es muy tranquilo. Me recreé otra vez haciendo fotos, y vais a alucinar; ¡en algunas casas privadas ponía un cartel que decía «Bienvenida Rocío, puedes pasar»!.🤭

Día 3

Paseo por la zona de la Isla de los museos. Hizo un día muy poco otoñal y muy veraniego, así que eso nos regaló una puesta de sol espectacular.

Día 4

Esta era la mañana perfecta para no ponerse el despertador después del palizón que nos pegamos el día de antes. Aún así a las 7 estábamos despiertos. No sé por qué, pero en este apartamento he dormido mejor que… ¡no recuerdo ni cuando fue la última vez que dormí tan bien!. Desayunamos tranquilos y nos fuimos directos al barrio más antiguo de Berlín; Nikolaiviertel. Llegamos sobre las 10:00 y ambos teníamos la sensación que en esta ciudad la vida empezaba mucho más tarde. Nos pasó todos los días, pero este en particular se notó muchísimo porque íbamos prácticamente solos por estas callecitas.

La siguiente parada fue el palacio de Charlottenburg, que era el sitio que más ganas tenía de ver, y sus enormes jardines. Pero no fue posible, estaba cerrado. Al mirarlo no especificaba que el horario del palacio era diferente al de los jardines. Así que decidimos ir a comer y pasar la tarde al distrito de Spandau. Mientras esperábamos el bus vi un preciosa y pequeña cafetería con repostería sin gluten y vegana, que junto con el palacio se quedó en el tintero en este viaje.

Al final del post os pondré los sitios de alimentación donde estuvimos para todas aquellas personas, que como yo, no puedan tomar gluten y lactosa.

Este lugar tiene un encanto especial. Tienes un río con un paseo muy agradable a su alrededor, un casco antiguo precioso y una ciudadela que también encontramos cerrada pero que se podía entrar y dar una vuelta por su patio.

Algo que me encantó de este viaje es que fuimos en otoño, y como ya habréis podido ver, muchísimas fachadas estaban repletas de parra virgen cambiando de color (es mi trepadora favorita), pero también estaba lleno de castaños y era común ir andando y encontrar castañas en el suelo. En la ciudadela vimos el más grande de todo el viaje (y de mi vida) y nos hicimos una foto juntos en el banco de madera que debajo de él.

¿Sabéis un detalle que me encantó mucho de Berlín? Que en casi todos los jardines, o incluso en los balcones, había casitas para pájaros, bañeritas de agua y alpiste.
No era de extrañar que en cualquier restaurante al que íbamos había opciones veganas.

Día 5

Para despedirnos de Berlín lo hicimos con una bici, lluvia, 30 kilómetros y comida buenísima.

Salimos caminando desde el apartamento hasta el muro, concretamente hasta East side gallery que es la zona donde encontrarás el muro pintado por diferentes artistas. A mitad del trayecto paramos en Bonanza Coffee Roasters donde disfrutamos de un café exquisito.
Después de admirar y fotografiar algunos de los trabajos que había pintados, alquilamos bicicletas cerca del puente Oberbaumbrücke. Él estaba emocionado y yo cagada de miedo. Hacía unos 25 años que no cogía una bici e iba a hacerlo en otro país y lloviendo. La experiencia me gustó tanto que este año en mi carta de los Reyes Magos solamente pondrá; una bicicleta. ¡Nos lo pasamos genial! Pero un consejo, descarga la app de alquiler de bicis antes e infórmate bien, porque a nosotros nos cobraron de más por una confusión. Hay varias empresas que las arrendan y las encontrarás en cualquier sitio con facilidad (al igual que los patinetes eléctricos).
La ruta que hicimos la saqué de esta página pero hicimos 5 kilómetros más porque tuve que parar en un Primark muerta de frío para comprarme algo abrigado, y del final del muro fuimos con la bici hasta el restaurante donde comeríamos.

La tarde muy tranquila entre tés, paseo y relax en un bar junto al lago Engelbecken cerca del apartamento.

Día 6

Se terminó nuestro viaje a Berlín. Lo hicimos con la sensación que nos faltaron montones de cosas por ver en esta ciudad. En mi cuaderno de ruta quedaron varios sitios pendientes y otros que hubo que descartar por falta de tiempo.
Nos ha sorprendido muchísimo. No la esperábamos tan bonita. Pero no todo ha sido positivo. También es la ciudad en la que ambos hemos estado que más personas narcotizadas, al igual que personas sin hogar, había por la calle. Era realmente impactante ver tanto lujo en los edificios y tanta pobreza por el suelo.
Algunos puntos de la ciudad apestan a pipí y está todo lleno de pintadas de graffitis que estropean algunos de los rincones más bonitos que han visto mis ojos a nivel fotográfico (en muchas de las fotografías que habéis visto me he tenido que entretener en quitarlos).
Algo que deberás saber es que si pides una botella de agua en cualquier restaurante pagarás una media de 6€ por ella (pide que te la pongan del grifo), y que en muchos sitios hay que pagar por entrar al WC.
Lo realmente sorprendente para mí es como siendo una ciudad tan grande está tan poco preparada para personas con intolerancias alimentarias. Aunque llevaba una lista bien grande de sitios sin gluten que había encontrado por internet, intentamos improvisar en varias ocasiones y fue completamente imposible.

Os pongo todos los sitios donde estuvimos con opciones sin gluten:
– Mi sitio favorito de todo Berlín, al que por supuesto fuimos en más de una ocasión y también nos llevamos para disfrutar el apartamento, es una pequeña panadería sin gluten, vegana y ecológica que tiene dos mesitas en la entrada y a la que podrás llegar con total facilidad en transporte público o bicicleta: Jute Bäckerei.
– A tan solo unos pocos metros de la panadería te encontrarás la hamburguesería Burgerie. Fuimos después de la maratón y OMG lo que la disfrutamos.
House of Small Wonder tiene una opción sin gluten en cada página de su carta. La comida está buenísima. El trato súper agradable. El edificio donde está tiene una gran historia. Y el sitio no puede ser más bonito. Está muy concurrido por la fama que ha cogido.
– Otro sitio muy de moda y que preparan unos platos muy ricos y bastante saludables con opción sin gluten es Factory girl.
Santa Maria fue la gran sorpresa porque no estaba en mi lista. La primera noche estábamos muertos de hambre y muy cansados para ir al sitio planeado, así que buscamos alguno cercano con opción sin gluten y encontramos a 5 minutos este mexicano. Tienen poquita cosa sin gluten pero la que hay está bien rica. Tienen musicón de fondo (importante teniendo en cuenta el mono de discoteca jajaja).
– La franquicia DEAN&DAVID nos salvó la vida en varias ocasiones. Tienen opciones sin gluten y veganas (también para desayunar). Hay varios de estos restaurantes repartidos por la ciudad.
– La cafetería que os comenté antes que nos quedamos con montones de ganas de probar junto al palacio de Charlottenburg es KuchenZeit Café.
– En el aeropuerto esperando para coger el tren que nos llevaría a Berlín encontré este sitio en el que especificaba súper bien los alérgenos y fue sorprendente lo buena que estaba; Ick bin ein Berliner.
– En el barrio de Rixdorf está el café botánico que en mi opinión no puede ser un sitio con más encanto y especial.

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